martes, 28 de octubre de 2014

Austriacos en España (Parte II)


Segundo día con los austriacos y 48 horas de fin de semana por delante.

Tras evitar la resaca causada por la noche anterior con una cerveza por desayuno (remedio verídico y verificado) nos disponemos a pasar calor bajo la solana de Toledo.

Los austriacos me pidieron visitar algún sitio típico de España, ¿y qué sitio mas típico que las calles del centro de Toledo?


Es un lujo pasearse por aquí, con edificios que prácticamente no han cambiado desde los Reyes Católicos.
Algunas señoras seguro que llevan allí también desde esas fechas, exceptuando las de la despedida de soltera que iban de ángeles y demonios con penes en la cabeza recorriéndose las calles.


Otro que también te puedes encontrar es al manco de Lepanto mirando despectivamente la oferta del bar de enfrente, que por estar en el centro de Toledo se creen que pueden hacerte hipotecar la casa y endeudar a tus nietos por tomarte unas tapas, y no.

¿Recomendación para ver toda la ciudad desde los mejores miradores? Pillar el autobús City Tour por unos 5€. Aunque el trayecto en el bus acaba siendo un coñazo en su máximo esplendor, las paradas en los miradores te dejan con unas vistas espectaculares y sentándote arriba el fresquito del aire dándote en la cara para poder hacer soportables los 42º se agradece muchísimo.

Salimos de vuelta a casa, suficiente un día para ver Toledo, y directos a la ducha y a cenar un poco rápidamente. Nos espera algo que siempre veo por el centro pero hasta la fecha nunca había probado:


BEER-BIKE BABY!!!

Recorrer el Pº del Prado en una de estas es simplemente genial. Lo había visto muchas veces pero hasta ahora no me había dado por probarlo y la experiencia no decepciona.
Además de la novedad del vehículo se conoce mucha gente, concretamente el resto del coche nos invitó a ir de fiesta con ellos, un grupo muuuuuy simpático encabezado por el barman Rafa y por su amiga Natalia (a la que por razones desconocidas por todos yo llamé Catalina), que animaba la fiesta poniéndose a bailar en la parte central del coche.




Consejo: a menos que sepas echar una cerveza tan bien como este perro, NO sentarse en el sitio del grifo. Echar la cerveza de grifo tiene su técnica, y al sentarte ahí te conviertes en el barman oficial y tienes que servir a todos los que te pasen su vaso. Esto es el mismo rollo que el briber en las saunas: el que está ahí se encarga de mantener el nivel, que en este caso significa acabar con toooooodos los ocupantes borrachos.
La única preocupación del resto es beber y montar la fiesta, y ahí es donde entraban en juego Natalia, bailándoselo todísimo al ritmo de la música que ponía el conductor, y los austriacos implantando su grito de guerra pre-hidalgo con cada cerveza

Auf einem Teiche
Schwamm eine neckte frauen leiche
Auf ihren brüsten
Sich zwei Frösche küssten
Ihre fut war vermost
Na dann Prost

Supuestamente el paseillo comienza y acaba en el mismo punto. En nuestro caso debería haber sido frente a la estación de Atocha, pero al ser el último turno el conductor decidió que lo bonito era hacernos pedalear hasta el garaje donde guardan los coches. ¿Cuál es el problema de eso? Primero, que nuestros planes no pasaban por estar en Conde Casal con el metro ya cerrado, y segundo pero no por ello menos importante, el garaje está en mitad de una calle residencial y nosotros llegamos con tooooda la fiesta del mundo encima, lo que implica gritos, bailes, canciones y muchas risas. También implica vecinos que nos oyen y no pueden dormir, así que llaman a la policía para que nos saquen de allí.
Sorpresa la nuestra cuando en mitad de la euforia aparecen dos tipos vestidos de paisano y pidiendo documentación.

¡¡La poli!! ¡¡Corred!!


Ojalá hubiésemos salido de allí, pero desgraciadamente nos dimos cuenta de la presencia policial mientras les dábamos los DNIs y nos multaban :(

Intenté hacerme el guiri con los agentes. En mi cabeza estaba colando perfectamente con el primer poli, pero en vista de un segundo más tocapelotas que amenazaba con llevarse al calabozo a ambos austriacos porque le estaban diciendo algo (aclaro que hablaban en alemán entre ellos de algo nada relacionado con ese policía), dejé de hacer el idiota y asumimos con dignidad las multas.

Ese fue el único "incidente" de la noche, que obviamente no nos quitó las ganas de fiesta. Directos a La Sureña de Gran Vía a encontrarnos con Lydia y Blanca, beber más cerveza y movernos hacia la discoteca para terminar la noche.
Aún quedan muchos días.